jueves, 27 de febrero de 2014

Felizmente, entre dos aguas





                                                         A Paco de Lucía, in memóriam



Las mañanas de domingo tenían la cresta dorada,
y dos musicales patas escarbaban su autoría
en los baldosines de un gallinero orientado al sur.
El sur inflamaba sus traqueas para mejor respirar
en las sucias aguas donde obligado desovaba el pargo.
España era la punta de un amable diapasón,
que aun con mil cortes de acero en los flancos,
lucía sus clavijas en la mesana
de una goleta ágil, tercamente azul… El sur,
con su boca ancha, su garganta salada, 
su vieja caja de resonancia… Donde antes turrón,
entonces melodías para un paladar justiciero
que en el vibrante nailon consumaba la cobranza.

En domingo los cedros anunciaban guitarras,
––garantes, la caoba, el palosanto––
y las guitarras flamencas, todas,
prologaban a Paco.

El domingo era varón, musical y gozoso.
En el gallinero, un enorme bedel con el torso velludo
abría las ventanas a la coqueta memoria,
tan femenina ella, tan dada a escanciar sus ardores
en presencia de todos. Sí,
la guitarra en domingo era España, señora del sur,
mediterránea mancha en el pendón germánico
que parecía enquistarse en los Urales,
encapricharse en nosotros.
La guitarra en domingo era España,
alivio de norte jacobino y luterano… gracia.

Y las guitarras flamencas, todas
––Sabicas, Montoya, Sanlúcar, Niño Ricardo…–– 
prologaban a Paco.

… al norte le crecían las barbas en mi isla,
cuando el maestro bético llegó a su cátedra
y a los viejos asuntos regaló nuevos aires.
Su guitarra obró el milagro. Ante ella,   
los cedros se abrieron las entrañas,
la caoba, el palosanto, montaron guardia,
el macho cabrío entregó su pellejo
para marcar el compás
en el réquiem por los domingos idos.
El gallinero perdió su techo, su bedel,
pero la goleta empinó su mesana, izó velas
y navega un sur cada vez más amplio.

El pargo rompió el cerco, Paco.
Ahora desova, felizmente,
entre dos aguas.




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